domingo, 21 de noviembre de 2010

Aprender a leer ha sido la aventura de mi vida (Esta es una de las actividades del primer corte)

Por: Yolanda Silva
Tuve la gran fortuna de ser la quinta entre siete hermanos, (por eso se que no hay quinto malo) cuando ellos empezaban yo empecé con ellos por curiosidad. Su alegría de tener cosas nuevas para aprender, colores, temperas, cuadernos y los libros, me contagiaba, yo no empecé con ellos, lo hice mucho después. Ellos me prestaban de vez en cuando alguno de sus libros, bajo muchas condiciones: no llorar si tenía que devolverlo, lavarme muy bien las manos (era una regla que se mantenía mientras el libro estaba nuevo), no rayarlo por supuesto, no arrancarle las hojas, ni pedacitos de sus hojas, no escribirle encima, no demorarse, esta era la regla mas difícil porque yo no tenía libros y pretendía que los libros de mis hermanos fueran míos también, por lo que quebrante varias veces la regla de no llorar.
Entre al colegio y el olor a nuevo sucumbía todo recuerdo adverso, yo ya sabía leer porque mis hermanos me entrenaron súper bien, es decir yo seguía las grafías, mi primera profesora fue muy dulce conmigo y con ella leímos unos cuentos que siempre terminaba así: Este cuento se ha acabado, paso por un zapatico roto pero mañana les contaremos otro. Por esa lectura diaria con ella durante casi tres años mi lectura fue fluida y comprensiva, lo que no me gustaba era escribir. Esa parte la hacíamos con una monja, tienen muy buenas metodologías siempre decía mi madre, pero para mí no era nada placentero, lo era leer, pero escribir me dolía, mis dedos se fueron encallando así como nos pasa a todos aquellos que pasan buena parte de su vida haciendo planas.
En mi casa no tuvimos muchos libros y mi mamá optaba por llevarnos a la biblioteca por eso confió que si no se hallan en las bibliotecas los temas no existen, de esta experiencia me quedo la historia del pastorcito mentiroso. Leer, coleccione por muchos años los folletos de las misas, lo que más recuerdo de esas lecturas que hice una y otra vez, son los relatos de la gente fervorosa a quienes Dios les había hecho un milagro, mi amado tesoro de literatura no convencional me lo votaron en un diciembre que hicieron ase, yo no estaba, me mandaron de vacaciones a casa de una tía, mi dolor por mi pequeña aunque poco ferviente devoción era porque los personajes se abrían ido sin despedirse, mis siguientes lecturas fueron revistas que podía tener como premio en la ida al odontólogo, así no fuera mi cita yo pedía una de estas. Leí en ellas a Corin Tellado, recetas de cocina, chismes faranduleros, tics de belleza, ninguno superaba las historias del Corin Tellado que !Me atrapo sin más!. Era  más fascinante que las lecturas que había perdido.
Mi madre era una narradora excelente, fue otra manera de leer, en el campo nos decía; era como empezaba varias historias inventadas, heredadas y propias que parecían un invento, nos conto de la madre monte, la pata sola, el ánima sola, el mohán, la llorona, sus pilatunas con sus hermanos, cuando se conoció con mi papa y muchísimo más. Eran sus relatos y  las radionovelas comiendo mazamorra dulce con queso y papas saladas. Mis sentidos desde esto, todo esto, el colegio, mi madre, la biblioteca tienen memoria, siempre alguna lectura la asocio con algo que puedo sentir, oler, degustar, escuchar u olfatear. El libro más importante para mí ha sido María, porque fue en reemplazo de leer la Voragine o La hojarasca a los cuales les tome mucho miedo, mi madre me regalo este libro y es de mis más grandes tesoros.

Con lo que mas he jugado incluso haciendo comeptencias fue:

-Coplas (gane un concurso en el colegio).
-Trabalenguas
-Retahilas
-Cantos infantiles

Los libros mas encantadores fueron:

- Los colores de la fama
- La revelion de las ratas
- Fuente Ovejuna
- El principito
- Juan Salvador Gaviota
- Maria
- Antologia del lenguaje (fue un libro de compilaciones de lectura, grado quinto, estos eran relatos de pueblos de Colombia, todavia lo conservo.)

Esta es parte de mi historia

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